Me quiere, no me quiere, me quiere... Decíamos mientras arrancábamos los pétalos de la margarita. Hoy es Me gusta, no me gusta, me gusta, Superlike... con el móvil en la mano mientras pasamos las fotos de posibles pretendientes sin prestarles mayor atención en el transporte público, el sofá o el baño. Tinder ha convertido las relaciones en un escaparate de likes, en el que conocer a alguien es tan sencillo como girar el dedo hacia la derecha, hacer match y love is in the air.
Estamos en una época en la que un tercio de los matrimonios surgen a través de internet, cifra que aumenta si hablamos de las relaciones homosexuales, que alcanzan un 70% de matrimonios online. Esto es lo que afirman los economistas Josué Ortega y Philipp Hergovich, de las Universidades de Exeter (Reino Unido) y de Viena (Austria), que han realizado un estudio sobre el impacto de Tinder (y similares) en la sociedad.
En La fuerza de los vínculos ausentes: integración social mediante citas online, los autores aseveran que antes las relaciones se iniciaban dentro de nuestra red social: amigos, amigos de amigos, en un bar, en el trabajo... Ahora, las nuevas parejas están atadas por un lazo invisible: no las presentan amigos comunes, se conocen en el maremágnum de internet. En este modelo que diseñan los economistas, conocerse online está relacionado con mayor satisfacción matrimonial y con menores tasas de ruptura que en los noviazgos tradicionales.
Otro dato muy relevante del estudio, es que estas plataformas fomentan la integración racial en la sociedad. ¿La prueba? El aumento de los matrimonios interraciales. En la sociedad americana apenas representan el 6%... Pero van en aumento.
Y no es difícil de entender: según los datos que maneja el Instituto Público para la Investigación en Religión (PRRI, por sus siglas en inglés), si un estadounidense blanco tiene 100 amigos, 91 son blancos, 1 negro, otro latino y un último asiático. El resto, multirraciales o se desconoce su etnia. En el caso de tratarse de un afroamericano, 83 lo serán de su propia raza, 8 blancos, 2 latinos y ningún asiático. Tinder y similares permiten que se salga de las redes sociales habituales, por lo que es más sencillo conocer y emparejarse con gente de diferente color de piel.
Y si no convencen las aplicaciones, siempre quedarán las margaritas.
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